La empresa sufre problemas como la falta de alineación con las normativas legales y éticas en sus actividades comerciales, lo que puede llevar a sanciones regulatorias y un daño significativo a su reputación. La ausencia de políticas claras de responsabilidad social puede generar una percepción negativa entre los consumidores, inversores y la comunidad, afectando la confianza en la marca y reduciendo la competitividad. Además, la empresa puede enfrentarse a acciones legales o demandas colectivas por no cumplir con estándares ambientales, laborales o de derechos humanos. Esto provoca costos legales elevados, pérdida de oportunidades de negocio y exclusión de programas de incentivos o beneficios para empresas responsables. También existe un impacto en la relación con los empleados, quienes pueden sentirse desmotivados si la empresa no demuestra un compromiso claro con la sostenibilidad y la ética, afectando la retención del talento y el clima laboral.