La empresa vive problemas como la falta de control preciso de la temperatura, lo que puede resultar en la pérdida de productos sensibles, como alimentos perecederos, productos farmacéuticos o químicos, debido a temperaturas inadecuadas. Esto genera altos costos por el deterioro de mercancías y la necesidad de reemplazo de productos dañados, lo que afecta la rentabilidad. La falta de monitoreo en tiempo real también aumenta el riesgo de incumplimientos regulatorios, ya que muchos productos almacenados en frío están sujetos a estrictas normativas de seguridad y calidad. Además, pueden producirse retrasos en la distribución si los productos se ven comprometidos y necesitan ser reemplazados o reprocesados. La falta de mantenimiento adecuado de los equipos de refrigeración puede generar fallos en los sistemas, lo que lleva a tiempos de inactividad no planificados y pérdidas adicionales. Todo esto afecta la satisfacción del cliente, especialmente en industrias que dependen de la frescura o integridad del producto, como la alimentaria o farmacéutica, dañando la reputación de la empresa y aumentando los costos operativos.