La empresa vive problemas como la falta de referencia comparativa frente a las mejores prácticas del mercado, lo que resulta en decisiones de compra ineficientes. Sin un benchmarking adecuado, la empresa no tiene una visión clara de si está pagando precios competitivos, obteniendo calidad óptima o negociando condiciones favorables con proveedores. Esto puede generar costos más altos, productos de menor calidad y menores márgenes de beneficio. Además, la empresa puede perder oportunidades para mejorar sus procesos de compra o innovar en la gestión de proveedores. La falta de benchmarking impacta negativamente en la competitividad, productividad y rentabilidad a largo plazo.