La empresa sufre de inconsistencias en la calidad del servicio al cliente. Los empleados no cuentan con las habilidades o el conocimiento necesario para manejar adecuadamente las solicitudes y problemas, lo que genera respuestas ineficientes o incorrectas. Esto provoca un aumento en las quejas de los clientes, tiempos de resolución prolongados y una experiencia negativa en general. Además, los empleados pueden sentirse inseguros o desmotivados, lo que lleva a una alta rotación de personal y mayores costos de reclutamiento y entrenamiento. A nivel organizacional, la falta de una capacitación adecuada afecta directamente la satisfacción del cliente y, por ende, la lealtad y reputación de la empresa.