Se presentan brechas de seguridad que permiten accesos no autorizados a los sistemas y datos sensibles. Esto facilita ataques cibernéticos como el robo de información, ransomware o sabotajes, lo que pone en riesgo la integridad de la información. También se observa una falta de monitoreo proactivo, lo que impide la detección temprana de amenazas y vulnerabilidades, aumentando el tiempo de respuesta ante incidentes. Los usuarios pueden experimentar fugas de datos y pérdida de confianza, lo que afecta la reputación de la organización. Además, la falta de políticas y procedimientos de seguridad claras genera inconsistencias en el manejo de credenciales y acceso a la información crítica, exponiendo aún más los activos digitales a riesgos innecesarios.