La empresa experimenta problemas como la falta de alineación entre las compras y los objetivos estratégicos del negocio. Esto genera decisiones de compra basadas únicamente en el precio a corto plazo, sin considerar factores como la calidad, la sostenibilidad a largo plazo o las relaciones con proveedores clave. Como resultado, la empresa puede experimentar interrupciones en la cadena de suministro, productos de menor calidad, y una menor capacidad de negociación con proveedores. También hay una mayor exposición a riesgos como la dependencia excesiva de ciertos proveedores o fluctuaciones de precios. Esta falta de enfoque estratégico en las compras afecta la rentabilidad, la competitividad y la capacidad de la empresa para adaptarse a cambios en el mercado.