La empresa padece problemas como retrasos significativos en la entrega de productos debido a la falta de planificación logística o problemas con las regulaciones aduaneras. Además, pueden surgir costos adicionales no previstos, como aranceles, impuestos o cargos de transporte más altos, que afectan la rentabilidad. La empresa también puede experimentar problemas de comunicación o malentendidos con proveedores internacionales, lo que resulta en productos de calidad inferior o en incumplimientos de especificaciones. La falta de conocimiento sobre normativas locales o fluctuaciones en las tasas de cambio puede generar un aumento en los riesgos financieros y la pérdida de control sobre los costos, lo que impacta la eficiencia operativa y la capacidad de la empresa para cumplir con sus compromisos de entrega.