Los productos finales presentan inconsistencias, lo que lleva a un aumento en devoluciones o reclamaciones de los clientes. El incremento en defectos genera costos adicionales por reprocesamiento y pérdida de confianza por parte de los consumidores. Además, la reputación de la marca se ve afectada negativamente, y puede surgir una reducción en la satisfacción del cliente. La producción puede sufrir interrupciones frecuentes debido a la necesidad de corregir errores y defectos antes de que los productos lleguen al mercado.