Falta de retroalimentación efectiva por parte de los clientes, lo que impide identificar áreas de mejora o problemas en los productos o servicios. Las encuestas mal diseñadas o mal implementadas pueden generar datos confusos o insuficientes, lo que a su vez lleva a decisiones incorrectas. Además, si las encuestas no se manejan adecuadamente, los clientes pueden sentir que sus opiniones no son valoradas, lo que incrementa su insatisfacción y afecta la lealtad hacia la marca. En casos más graves, la empresa podría notar una disminución en la retención de clientes y un aumento en quejas públicas, debido a la percepción de indiferencia hacia sus experiencias.