La empresa enfrenta una falta de coherencia y relevancia en sus mensajes. Los contenidos publicados pueden ser dispersos, sin un enfoque claro, lo que reduce el interés de la audiencia y disminuye el tráfico orgánico. Además, la empresa experimenta dificultades para conectar con su público objetivo, lo que afecta el engagement y la conversión. Se genera contenido de baja calidad o irrelevante, lo que puede deteriorar la imagen de la marca y perder competitividad frente a empresas con estrategias más claras y dirigidas.
