Los empleados carecen de una retroalimentación clara sobre su rendimiento. Esto provoca confusión respecto a las expectativas de su rol, desmotivación, y falta de crecimiento profesional. La empresa también sufre, ya que no se identifican de manera efectiva las áreas de mejora ni se reconoce el buen rendimiento, lo que puede generar resentimiento entre el personal. Además, la ausencia de evaluaciones precisas impide la toma de decisiones informadas respecto a promociones, aumentos salariales, o capacitación adicional, lo que afecta tanto la productividad como la retención del talento.