La empresa enfrenta dificultades para acceder a capital en condiciones favorables, lo que limita su capacidad para crecer o sostener sus operaciones. Una mala estructuración del financiamiento puede llevar a niveles insostenibles de deuda, costos financieros elevados o una dependencia excesiva de fuentes de capital externas. Además, la falta de diversificación de las fuentes de financiamiento o la ausencia de una estrategia clara para obtenerlo puede generar problemas de liquidez, dificultad para realizar inversiones clave o incluso la pérdida de oportunidades de expansión.