La empresa puede vivir un uso ineficiente de sus recursos tangibles e intangibles. Los activos pueden depreciarse más rápido de lo esperado debido a falta de mantenimiento o renovación, lo que aumenta los costos operativos a largo plazo. También puede haber problemas con la falta de liquidez si los activos no se utilizan de manera efectiva o si no se liquidan cuando es necesario. La empresa podría no maximizar el valor de sus inversiones en activos, lo que afecta su capacidad de generar ingresos y de sostener su crecimiento.