Las quejas de los clientes no se manejan de manera efectiva, lo que provoca insatisfacción y frustración, ya que los problemas no se resuelven o tardan demasiado en ser atendidos. Esto puede generar una percepción negativa de la empresa, afectando la reputación y la confianza de los clientes. Además, la falta de seguimiento o resolución adecuada de quejas puede resultar en una mayor rotación de clientes, pérdida de oportunidades de mejora interna y un aumento de críticas públicas, lo que eventualmente afecta las ventas y la imagen de la marca.