La empresa padece problemas como la falta de colaboración efectiva con socios externos, como startups, universidades o proveedores, lo que reduce el flujo de nuevas ideas y tecnologías hacia la organización. Sin un enfoque adecuado en la gestión de la innovación abierta, la empresa puede experimentar dificultades para integrar ideas externas en sus procesos de desarrollo de productos, lo que genera retrasos en la innovación o pérdida de oportunidades de mercado. Además, la propiedad intelectual y los derechos de uso de las ideas pueden no estar claros, lo que provoca conflictos legales o falta de confianza entre los socios. La empresa también puede experimentar falta de estructura o procesos para evaluar y seleccionar las mejores propuestas, lo que resulta en inversiones en proyectos fallidos o mal gestionados. Todo esto afecta la capacidad de la empresa para adaptarse a las tendencias del mercado, reduciendo su competitividad y su capacidad de innovar rápidamente.