La empresa enfrenta problemas como la incapacidad de adaptarse a cambios en el mercado y la pérdida de relevancia frente a competidores más innovadores. La empresa sigue operando bajo modelos tradicionales que no maximizan la eficiencia, la rentabilidad ni el valor entregado a los clientes. Esto puede llevar a una disminución en la competitividad y una falta de agilidad para responder a nuevas oportunidades o amenazas en la industria. Además, la empresa puede experimentar dificultades para atraer nuevos segmentos de mercado o aprovechar tecnologías emergentes, lo que genera estancamiento en el crecimiento. A largo plazo, la falta de innovación en el modelo de negocio puede provocar una caída en los ingresos y la pérdida de participación de mercado, afectando la sostenibilidad y el éxito de la empresa.