Se presentan dificultades para compartir información entre plataformas, lo que genera silos de datos y reduce la eficiencia operativa. Los procesos internos se vuelven fragmentados, lo que provoca retrasos y errores al tener que transferir manualmente información entre diferentes sistemas. La falta de integración adecuada impide que los equipos tengan una visión unificada de la información, lo que afecta la toma de decisiones estratégicas. Además, los usuarios experimentan dificultades para acceder a datos en tiempo real, lo que reduce la agilidad para responder a las necesidades del negocio. En el largo plazo, la falta de integración incrementa los costos operativos y disminuye la capacidad de adaptación a nuevas tecnologías o procesos.