La empresa padece problemas como la falta de preparación adecuada para enfrentar disputas legales, lo que resulta en costos elevados por multas, sanciones o indemnizaciones. Una mala gestión de los litigios puede generar retrasos en los procedimientos legales, lo que afecta la capacidad de la empresa para resolver conflictos de manera eficiente. Además, la empresa puede sufrir daños a su reputación si los litigios son públicos o involucran problemas críticos, como incumplimientos de contratos, disputas laborales o conflictos con clientes. La falta de una estrategia legal sólida también puede dar lugar a pérdida de oportunidades para llegar a acuerdos favorables fuera de los tribunales, incrementando los costos legales y afectando la estabilidad financiera de la empresa. Además, una gestión ineficaz de litigios puede derivar en decisiones judiciales desfavorables, lo que impacta la operación y el futuro de la organización.