La empresa selecciona a influenciadores que no están alineados con los valores de la marca o que no tienen una audiencia relevante, lo que genera un impacto limitado o nulo en los resultados. Además, puede haber una falta de transparencia en la relación entre la marca y el influenciador, lo que provoca pérdida de credibilidad y confianza por parte del público. La métrica de retorno sobre la inversión (ROI) es baja, con poca conversión de ventas o interacciones, y la campaña puede parecer poco auténtica o forzada, disminuyendo el impacto a largo plazo en la imagen de la marca. Esto resulta en pérdida de recursos y oportunidades.