La empresa confronta problemas como ineficiencias operativas, lo que genera un uso excesivo de recursos, tiempos de producción más largos y costos innecesarios. Esto se traduce en cuellos de botella en los flujos de trabajo, lo que afecta la capacidad de la empresa para cumplir con los plazos de entrega y mantener un ritmo de producción competitivo. La falta de optimización también puede generar duplicación de tareas o pasos innecesarios en los procesos, lo que reduce la productividad y afecta la calidad del producto o servicio. Además, la empresa no logra adaptarse a nuevas tecnologías o métodos más eficientes, lo que limita su capacidad para innovar y ser competitiva en el mercado. Como resultado, la rentabilidad disminuye, y la empresa experimenta dificultades para escalar sus operaciones de manera efectiva, lo que impacta negativamente en su crecimiento a largo plazo.