La empresa enfrenta problemas como la falta de claridad y consistencia en la aplicación de normas y procedimientos. Esto provoca confusión entre los empleados y puede generar incumplimientos involuntarios de las normativas internas, afectando la productividad y el orden operativo. Sin políticas bien definidas, la empresa es más propensa a experimentar comportamientos no alineados con sus valores, lo que puede derivar en problemas éticos, legales o de cumplimiento normativo. Además, la falta de políticas claras en áreas clave como conducta laboral, seguridad, uso de recursos o gestión de riesgos puede generar conflictos internos, disminuyendo la moral y el compromiso del personal. A nivel organizativo, esto puede resultar en sanciones regulatorias, mayor exposición a litigios y daños a la reputación, afectando la estabilidad y credibilidad de la empresa a largo plazo.