La empresa experimenta una baja efectividad en sus campañas, lo que genera un ROI pobre o negativo. Se puede observar una segmentación deficiente, lo que lleva a que los anuncios lleguen a audiencias incorrectas o poco relevantes. Esto resulta en un bajo número de clics, conversiones y ventas. Además, la falta de optimización de los anuncios provoca que los costos por adquisición sean altos, mientras que el reconocimiento de marca y la visibilidad digital disminuyen. La empresa podría gastar innecesariamente en plataformas que no producen resultados, afectando el presupuesto y los recursos.