La empresa tiene problemas como la prolongación innecesaria de conflictos, lo que genera costos elevados en términos de tiempo, recursos y dinero. La falta de mecanismos eficientes de mediación o arbitraje puede resultar en litigios prolongados y desgastantes, afectando tanto la operación diaria como las relaciones comerciales. Además, una resolución inadecuada o tardía de disputas puede dañar la reputación de la empresa, generando desconfianza entre socios, proveedores o clientes. La empresa también corre el riesgo de llegar a acuerdos desfavorables debido a la falta de una estrategia clara o representación legal adecuada, lo que afecta la viabilidad financiera y contractual a largo plazo. La incapacidad para gestionar disputas de manera efectiva puede llevar a pérdidas económicas, así como a una mayor exposición a futuros conflictos similares.