Se presentan vulnerabilidades que permiten ataques cibernéticos, como accesos no autorizados, robos de información o filtraciones de datos sensibles. Esto genera pérdida de confianza por parte de los clientes y socios, afectando la reputación. Los sistemas pueden estar expuestos a malware, ransomware o virus, lo que provoca interrupciones en las operaciones y pérdida de datos críticos. Además, la falta de controles de seguridad adecuados dificulta la detección temprana de amenazas, lo que incrementa los riesgos de daños mayores y costos elevados para mitigar las consecuencias. En el largo plazo, esta situación puede resultar en sanciones legales o regulatorias por incumplir normativas de protección de datos.