La empresa puede experimentar una desconexión significativa con sus clientes. La falta de personalización provoca que los clientes sientan que son solo "números", lo que reduce la lealtad y aumenta la probabilidad de que busquen competidores que les ofrezcan un trato más personalizado. Además, la falta de conocimiento sobre las preferencias y necesidades de los clientes lleva a una menor satisfacción, interacciones genéricas y menos efectividad en las soluciones ofrecidas. Esto genera una mayor rotación de clientes y un aumento en las quejas o reclamaciones.