Se presentan tiempos de respuesta largos para resolver incidentes tecnológicos, lo que impacta la productividad de los empleados al no poder contar con herramientas o sistemas funcionales en el momento necesario. La falta de resolución eficiente de problemas técnicos genera frustración entre los usuarios y disminuye la confianza en el equipo de TI. Además, se incrementa la frecuencia de fallos recurrentes, ya que los problemas no se abordan de manera definitiva. La ausencia de un soporte técnico adecuado puede resultar en interrupciones continuas en las operaciones, afectando tanto los procesos internos como el servicio al cliente. A largo plazo, esto puede derivar en costos adicionales por reparaciones urgentes y pérdida de tiempo valioso en la gestión de incidentes tecnológicos.