Se presentan problemas como la falta de control sobre los procesos, disminución de la calidad, incumplimiento de plazos y objetivos. Los empleados pueden sentirse desatendidos o sin dirección, lo que resulta en errores frecuentes, disminución de la productividad y bajo rendimiento. También puede haber una falta de seguimiento en los proyectos, lo que lleva a retrasos, sobrecostos y desviaciones significativas respecto a los planes iniciales. A largo plazo, una supervisión ineficaz genera una cultura de baja responsabilidad y un ambiente de trabajo desorganizado.