La empresa enfrenta problemas como retrasos en las entregas, lo que genera insatisfacción en los clientes y afecta la reputación de la empresa. La falta de una planificación adecuada del transporte puede resultar en altos costos logísticos, debido a rutas ineficientes, subutilización de vehículos o costos imprevistos de combustible y mantenimiento. Además, la empresa puede sufrir daños en los productos durante el transporte por no contar con las medidas adecuadas para su manipulación, lo que incrementa las devoluciones y las quejas de los clientes. También puede haber falta de coordinación con los transportistas o problemas de comunicación, lo que causa confusión en las fechas de entrega o recogida. En el largo plazo, una gestión ineficiente del transporte afecta la rentabilidad operativa y la capacidad de la empresa para cumplir con los plazos de entrega establecidos, afectando tanto la eficiencia interna como la satisfacción del cliente final.